La directiva culé no acaba de atinar con sus últimas decisiones comprando caro o haciéndose con futbolistas que no alcanzan las expectativas.
Es el caso de Rafinha, que iba a irse al Valencia y si no era al conjunto Ché podría ser a cualquier otro club de primer nivel pero en el Barça han cambiado de idea al igual que el jugador se lo ha pensado mejor y se ha sentado a escuchar la propuesta blaugrana.
Acaba contrato en 2020 pero sabe que si no renueva no saldrá cedido, sólo sería posible una venta, y que juega con el riesgo de tener pocos minutos – condenado al ostracismo si no acepta la propuesta – y de lesionarse.
Eso sería catastrófico para Rafinha así que están condenados a entenderse, cuestión de seguridad.
Desde el club ha podido más el miedo de dejarle ir que realmente por lo que valoran al futbolista…