Aunque parezca de patio de colegio, es así. Messi es una persona complicada al que le cuesta
entablar amistad con todos los nuevos que llegan. Su círculo cerrado es Luis Suárez, Jordi
Alba y poco más. Los demás componentes de la plantilla son meros compañeros y con
muchos no tiene ni relación.
Era el caso de Antoine Griezmann, el futbolista que ha costado al Barça 137 millones y que
llegó sin el OK de Messi y ya se sabe que si llega un futbolista sin su beneplácito, la cosa será
complicada.
Messi no tiene relación con Dembelé ni la tuvo con Coutinho, por ejemplo. Con Griezmann no
ha tenido prácticamente relación hasta que Bartomeu y Luis Suárez no han intermediado.
Primero lo hizo su íntimo amigo, el uruguayo Luis Suárez. A éste le llamó Godín para pedirle un
favor: que hablara con Messi para que hiciera caso a su amigo Griezmann. El argentino no
preció acceder. Poco tiempo después fue el propio presidente culé, Bartomeu, el que habló
con el argentino para que tuviera en cuenta al francés.
El último esfuerzo que ha hecho Griezmann para ganarse a Messi ha sido viajar y acompañar a
Messi en la entrega de su sexto Balón de Oro. Ahí parece que Messi sí ha empezado a valorar
al francés.
Messi y Griezmann ya son “amiguitos”, cosas del fútbol…