Antoine Griezmann posiblemente pidió como regalo las pasadas Navidades mejorar su relación con Messi y los suyos. Y parece ser que la situación ha mejorado pero no tanto como deseaba.
Si antes no había prácticamente relación, ahora hay algo más, pero sigue siendo evidente que Messi no ve con buenos ojos al francés. Messi ha pasado del hielo a la frialdad con Griezmann.
Parece ser que de puertas a dentro empiezan a conectar. Todo mejoró ligeramente cuando Griezmann hizo el esfuerzo en la pasada gala del Balón de Oro de estar allí para arropar a Messi.
El Principito se ha hecho fuerte dentro del grupo de los franceses en el vestuario y Messi no perdona una. Griezmann se desespera tirando desmarques que nadie ve porque el equipo sólo tiene ojos para el crack argentino. En el campo no se encuentran, los dos son gallos y Griezmann no pierde su estilo ni sus hábitos. Mientras, Messi va apuntándolas todas y ni olvida ni perdona… La historia continúa.
