Con el futbolista se llegó a un acuerdo el verano pasado y el conjunto blanco hizo varias ofertas al PSG, la última de 200 millones de euros, para intentar ficharle pero el club francés no contestó a las ofertas. El propio futbolista reconoció en dos entrevistas después del verano que su intención era salir de París.

Y así se ha mantenido durante todos estos meses hasta los últimos 20 días cuando todo empezó a romperse. De repente, el jugador dejó de contestar a las llamadas, la comunicación se perdió y desde el entorno del futbolista no se aseguraba nada en ningún sentido. De hecho, los contratos estaban en el despacho de su abogada en París, que solo esperaba el momento para que el jugador los firmara y fueran devueltos a Madrid.

Esa firma nunca se produjo y es ahí cuando el Real Madrid comenzó a pensar que algo estaba cambiando. El jugador no contestaba y la firma no se producía.

La sospecha se extendió la última semana desde que el futbolista dijo que ya tenía la decisión tomada y la comunicaría en unos días. En el Madrid no tenían constancia de esa comunicación y así empezaron a pensar que de la palabra dada, del acuerdo adoptado, de las comunicaciones periódicas ya no quedaba nada. Y así fue.